Blanca Lucero Lucero, una historia de resiliencia y unión; la lucha continúa

Blanca Lucero Lucero, de 51 años, recuerda con claridad el 26 de mayo, el día que fue a consulta con el ginecólogo tras descubrir una pequeña bolita en su seno izquierdo. La cita la hicieron su hermano y su cuñada, pues Blanca había notado la bolita un mes antes, pero inicialmente no le dio importancia. «Pensé que se me quitaría sola», comenta.

El ultrasonido no dejó nada conforme al doctor, quien le recomendó realizar estudios adicionales. Blanca se enfrentó entonces a la incertidumbre: «Si ya está seguro en un 80% de que es cáncer, ¿para qué la biopsia?». Un procedimiento similar a una cirugía, que consiste en abrirle la piel para extraer una muestra de tejido o células del cuerpo para examinarla en un laboratorio).
A pesar de la angustia, soportó el doloroso proceso y el sábado recibió los resultados confirmando el diagnóstico.

Después de la biopsia, Blanca sintió la necesidad de visitar la tumba de su madre. Allí, entre lágrimas, descargó todo lo que llevaba dentro. Recordó la promesa que le había hecho antes de morir: cuidar a sus hijas y mantenerse fuerte, pues todavía no era el momento de reunirse.

Con los resultados ya confirmados, Blanca decidió reunir a su familia y compartir la noticia. Aunque sorprendidos, les pidió que no sufrieran: «Si ustedes están bien, yo estaré mejor». Su familia la apoyó con fuerza y le brindaron palabras de aliento. Uno de sus mayores temores era cómo lo tomaría su hermana que vive con condición de diabetes, quien tardó en asimilar la noticia y sufrió una baja de azúcar tras el impacto.

A pesar del diagnóstico de cáncer, su vida sigue adelante. Blanca continúa trabajando, sigue siendo la misma persona, aunque perdió su cabello durante el tratamiento. Se negó a usar peluca y prefiere mostrarse tal cual es, sin vergüenza. Solo usa gorro o pañuelo para protegerse del sol.

El optimismo es una constante en su entorno familiar. Sus seres queridos la llaman con cariño «la Nenuco» y bromean preguntándole sobre de qué se disfrazará en el Día de Todos los Santos. La unión familiar ha sido su mayor fortaleza. Sus hermanos, Braulio, Jorge e Israel, junto con su tía María y su sobrino Emiliano, se han solidarizado con ella al raparse. El apoyo incondicional de su familia ha sido fundamental para sobrellevar el tratamiento.

Blanca ha recibido tres sesiones de quimioterapia y aún le faltan tres más. Siente que ha tolerado bien el tratamiento y se enfoca en seguir las indicaciones médicas al pie de la letra, evitando remedios caseros o suplementos. Sabe que el tratamiento es lo que realmente la ayudará. Sin embargo, lo más difícil para ella han sido las vacunas de anticuerpos que le aplican después de la quimioterapia, las cuales la dejan completamente agotada. Aun así, Blanca se niega a dejar que la enfermedad la derrote.

«El 70% de la batalla es la actitud, el resto es el medicamento», asegura. Aunque la palabra «cáncer» pesa, Blanca nunca sintió que esto significaba el fin. Su consejo para otras mujeres es claro: «No se aíslen, eso es lo peor. No se encierren en cuatro paredes, hay que ser positivas. Los tiempos de Dios son perfectos y estamos en sus manos». También hace un llamado a las mujeres a no rendirse: «Luchen por sus sueños, no permitan que la enfermedad corte sus metas».

A lo largo de este proceso, Blanca ha descubierto una nueva fortaleza en sí misma. Siente que, si alguien necesita apoyo, ella está preparada para brindarlo. Además, hace un llamado urgente a las autoridades para que pongan más atención en la salud de las mujeres, especialmente en regiones como La Huasteca, donde muchas no reciben atención adecuada debido a la falta de recursos o medicamentos. En el ISSSTE de Ciudad Valles, por ejemplo, no se cuenta con servicios de quimioterapia y los pacientes deben trasladarse a San Luis Potosí o Tampico para recibir tratamiento.

Blanca ha aprendido que este proceso no solo ha cambiado su vida, sino también sus planes. Ahora, además de cuidar de su familia, quiere luchar por las mujeres que no reciben la atención que necesitan.
Sabe que el legado que su madre les dejó, a ella y a sus seis hermanos, es la unión familiar, y eso es lo que les ha permitido superar todas las adversidades juntos. La clave siempre ha sido y será mantenerse unidos. Y la lucha continúa.

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