El día que un pueblo le lloró a su alcalde
Dos carrozas fúnebres salieron del ejido Palmira Nuevo, en una iba el cuerpo de Jesús Eduardo Franco Lárraga, en la otra, su familia.
Seguidas por varios vehículos, enfilaron por la carretes federal México Laredo hacia Tancanhuitz. En la entrada a la cabecera, decenas de personas esperando el paso de los vehículos. Niños y niñas, hombres y mujeres de todas las edades. Su semblante lo decía todo, era imposible ocultar la tristeza y el dolor, casi todos llevaban flores blancas y rojas.
Una banda de viento retumbaba en los corazones, haciéndolos más pequeños y provocando un mar de llanto.
Sonaba Amor Eterno y El Amigo, esa con la que recibieron al papa Juan Pablo segundo en su visita a México..
El cuerpo del que fue presidente unos meses, el más joven de todo el estado, llegó a la plaza, donde sus funcionarios lo esperaban. No lo ocultaban, estaban destrozados.
Los asistentes abrieron paso a un funcionario del Ayuntamiento, quien llevaba una bandera para colocarla a media asta en señal de luto. Intentó hablar pero le ganó el llanto y avanzó hacia los policías que se encargaron de seguir el protocolo.
Los policías municipales iniciaron la guardia de honor, seguidos por funcionarios, empleados del Ayuntamiento y al final los habitantes, que colocaban flores en el ataúd y en la fotografía de Jesús Franco Lárraga.
Un joven hizo una semblanza de la trayectoria del alcalde morenista, y se realizó un homenaje póstumo por parte de representantes de la Sección 26 del SNTE, pues Jesús Franco fue maestro de telesecundaria. Los integrantes de la familia atendían las muestras de cariño de un pueblo que lloraba y sufría con ellos.
Fue evidente la ausencia de representantes de Gobierno del Estado y líderes del Partido Morena, al que representó en las pasadas elecciones.
Una funcionaria con voz entrecortada, recordó cuando ella y Franco Lárraga eran estudiantes y este le dijo que un día sería candidato a la presidencia y lo logró, aunque por poco más de 70 días.
Exigió castigo para los responsables, se escucharon los gritos de justicia y presidente, luego aplausos interminables.